La madre de Marco

29 enero 2007

Pues a mí me da miedo, oye...

No sé cómo se llaman los niños de la imagen de la derecha. No sé qué han desayunado, ni qué van a cenar, ni si saben que existo. Sólo sé, por la información de la fotografía, que son iraquíes, de confesión chií, y que celebran su fiesta grande, la Ashura, que conmemora el martirio del imán Husein, nieto de Mahoma.

Puede que no sea políticamente correcto, pero, oye, no lo entiendo. Me espanta que un inquilno de la Casa Blanca decida de buena mañana invadir otro país, pero también que en esa recóndita esquina del planeta haya sujetos que vistan de blanco a sus hijos para que, después de abrirles brechas en la cabeza con machetes, la sangre destaque aún más sobre sus ropajes. Me aterra, justo en la misma proporción que cuando, de pequeño, contemplaba los pies destrozados de los penitentes que, en Semana Santa, alentaban el séquito del Medinaceli en mi ciudad natal. Mismo martirio, idéntico dolor, credos opuestos.

Siento pánico ante el radicalismo de la religión. Y más aún cuando parecía desvanecerse, pero se ha torcido el camino, y en lugar de reducirse al ámbito privado, el corralito que nunca debió desbordar, se nos cuela hasta el tuétano. Me dan escalofríos el Opus Dei y los Legionarios de Cristo Rey, pero tampoco me inspira más confianza la mirada del niño de la fotografía, al que seguro que alguien le ha susurrado al oído durante los últimos ocho o nueve años que un sujeto como yo, del que nunca ha oído hablar, soy un enemigo con el que justificar la Yihad. Veo odio en sus ojos y eso, políticamente correcto o no, me aterra. Y mucho.

22 enero 2007

Mi reino por 5 euros

7 de septiembre de 2006. Compro un billete de avión en www.muchoviaje.com, ida y vuelta a París, por 126 euros.

8 de septiembre de 2006. Me cargan en la tarjeta de crédito 131 euros, 5 más de lo previsto.

15 de septiembre de 2006. Me percato del error y me pongo en contacto con ellos. "Tiene usted razón. ¿Tiene otro billete pendiente de recibir en el que le podamos aplicar ese descuento?". "Pues no". "Ahhh. Entonces tendríamos que hacerle una transferencia. ¿Quiere que le hagamos una transferencia por sólo 5 euros?". Parpadeo, tomo aire y contesto: "Señorita, si no quisiera los 5 euros no estaría hablando ahora mismo con usted". "Correcto. En los próximos días se le ingresará en su cuenta bancaria".

16 de septiembre de 2006 a 10 de enero de 2007. Sin noticias de los 5 euros.

11 de enero de 2007. Telefoneo, le cuento la historieta a tres personas que se pasan la llamada entre ellas. Al cuarto pase (de pecho), se corta la comunicación. Misterio. Vuelvo a teclear el número. Otro misterio: la señorita (Sara, para más señas) ya no está localizable. Me atiende su compañera, que pretende que le vuelva a contar mi pesadilla. Se la narro, me recreo (porque llamaba desde el teléfono de la empresa, que si no...) y me desvían al departamento financiero. La comunicación vuelve a cortarse.

12 de enero de 2007. Misma operación, mismos cortes telefónicos. Imposible obtener una respuesta.

13 de enero de 2007. Idéntica respuesta.

15 de enero de 2007. "Buenos días". "Buenos días. Mire usted, me deben 5 euros y les doy 48 horas para que me los ingresen en mi cuenta, o en la tarjeta de crédito con la que pagué el billete. Si pasados esos dos días no los recibo, les denuncio ante Consumo y me invento una carta al director en cierto diario en la que les pongo a caer de un burro. Y si esta comunicación se corta, me voy ahora mismo derechito a una ventanilla administrativa".

16 de enero de 2007. Aparecen 5 euros en mi cuenta corriente.

Conclusión. Viva Internet, ole la aldea global, vida eterna a las nuevas tecnologías, pero la próxima vez me dejo los cuartos en una agencia de viajes de toda la vida, donde el sujeto al que tenga que insultar tenga cara, se la pueda palpar, no sólo voz, y la comunicación no se interrumpa con tan sospechosa facilidad. Yo tengo mis 5 euros, pero la factura de teléfono de mi empresa... Uy, uy.

08 enero 2007

Pues esto es lo que hay (que no es mucho)


Feliz año y todo eso. Del aluvión de propósitos que me he marcado para este recién estrenado 2007, pretendo cumplir el de dar un poquito de oxígeno a este blog, que abandono y retomo como si de la yenka (¿se escribe así?) se tratara. Pero como estoy poseído por el síndrome posvacacional y ando con el cerebro algo diarreico, me enroco sobre mí mismo y remito al comentario de esta humilde morada del 23 de marzo de 2006, cuando ese puñado de invisibles que zambullen sus mermadas seseras en capuchas decidieron concedernos un gramito de esperanza. Más de lo mismo. Pues eso.