La madre de Marco

15 abril 2008

Humillado


Mi jefe me ha enviado hoy a comer con un niño rico, un prohombre andaluz que administra el rancho de papá por obra y gracia de la Ley de Sucesiones. Un treintañero que se cuelga con chinchetas doradas el cartel de 'hecho a sí mismo' para maquillar la evidencia: no eres nadie sin la chequera familiar.
El pobre niño rico camuflaba las pérdidas de la empresa, la caída del beneficio, entre sorbos de vino refinado y balances de ejercicios fiscales. Y yo, bolígrafo en ristre, asumo mi rol de prostituto de la información, bufón de sus gracietas a cambio de un titular y un trozo de carne bien cocinada sobre plato floreado.
Nada nuevo bajo el sol, si no fuera por el momento-humillación. Ese en el que el nene rico escudriña al camarero, le hace una mueca de repugnancia y se mofa en su santo rostro porque no le gusta cómo ha pronunciado, en la lengua bárbara que parió la Gran Bretaña, el nombre de un postre de 16,5 euros. Y el camarero, qué menos, esconde sumiso la cabeza y se retira pasillo adelante, buscando unas cacerolas en las que relamerse la humillación.
El nene rico paga la factura y se despide con una sonrisa artificial. Tan vomitiva como la mía. Creo que el único digno en la sala era el camarero.

01 abril 2008

Tic.-tac


Internet tiene estas cosas. Te zambulles, chateas, y de pronto alguien lanza una bengala. Siempre me han asaltado dos dudas: dónde se esconde la vida un segundo antes de ser concebida y la fuerza con la que una casualidad puede condicionarla. Aquella carretera por la que no debías haber circulado, el tren al que por suerte no subiste, el despertador que no sonó, el vecino que te tocó soportar, pero también el día que la conociste. Podías haber matado el tiempo con una revista, perderte entre las hojas de un libro, bucear en un canal somnífero de televisión.


Pero ese día me sumergí en los mundos selváticos de un chat. Y ella. Y nos cruzamos. Y por ahí andamos. Dice que soy interesante, que se divierte conmigo, aunque de momento el único contacto que mantengamos sea el puente de la fibra óptica. Nos vemos el fin de semana, prólogo de lo que puede ser o epílogo de lo que pudo. Tic-tac. Un día menos.