La madre de Marco

11 diciembre 2006

Qué curioso

Qué curioso que un ex dictador deje de respirar (los sátrapas deciden hasta el momento en que dan el salto al otro mundo, porque creen estar por encima incluso de la muerte) coincidiendo con el Día Internacional de los Derechos Humanos.

Qué curioso que el general que movió los hilos del régimen más atroz de la hsitoria reciente de Latinoamérica decida ir a entrevistarse con San Pedro (igual se llevan hasta bien) el mismo día en que se cumplían ocho años del inicio del proceso abierto en su contra por Baltasar Garzón.

Qué curioso que la Iglesia chilena reclame respeto y consideración para los familiares y partidarios del jefe del Estado Mayor chileno, que ha sido embutido en su féretro sin demostrar un átomo de arrepentimiento por el abultado currículum que conforman 3.000 desaparecidos, otros tantos miles de exiliados y cientos de miles de torturados.

Qué curioso que Pinochet volara por los aires el Palacio de La Moneda, con Salvador Allende erigido en protagonista del último capítulo romántico de la Historia ("Sólo acribillándome a balazos podrán desalojarme". Triste presagio), un 11 de septiembre de 1973. Ese día se garantizó el trono con el apoyo tácito de Estados Unidos. Qué curioso que la primera potencia mundial, cómplice de la asonada militar, dinamitadora de la socialdemocracia chilena y sostén durante dos décadas de la más vomitiva barbarie, tenga que recordar esa fecha, 11 de septiembre, pero de 2001, como "el día de la infamia" (George W. Bush dixit). Qué curioso que puedan volar palacios presidenciales pero no desmoronarse rascacielos en Manhattan.

Qué curioso, qué triste, que yo, que nací el mismo año en el que Pinochet sólo fue capaz de guardar fidelidad durante 18 días a Salvador Allende, que le había entregado el mando supremo del Ejército chileno dos semanas antes, haya rebasado ya la barrera de los 33 (con lo que ha llovido desde mi cuna hasta hoy) sin escuchar de boca del ilustre finado ni un atisbo de perdón, ni un gramo de propósito de enmienda.

Qué curioso que a estas alturas aún queden sujetos similares que habitan en La Habana, Pyongyang, el Cáucaso o el África subsahariana.

"Yo pisaré las calles nuevamente // de lo que fue un día Santiago ensangrentado. // Y en una plaza liberada // lloraremos por los ausentes"