La madre de Marco

13 marzo 2008

Este tipo es un crack



Me da igual que se escore a la derecha, hacia la izquierda o se alce de puntillas, pero este tipo es un crack. Le veo bajar las escalerillas de El Elíseo, así, despacito, y no hay una vez en que no me recuerde al típico pardillo del instituto, del que todos se mofaban en el recreo, pero al que un día te topas en una cafetería abarrotada, te escudriña y te detalla que se ha hecho millonario vendiendo tostadores transparentes (sí, una estupidez, pero a nadie se le había ocurrido antes...) y que heredó un par de milloncejos de euros de una tía solterona que amasaba fortuna en las Antillas, así que ahora trabaja sólo un día en la empresa, no vaya a ser que los obreros se la esquilmen...

Me encanta este tío. Tiene pinta de pusilánime, de llorar en voz baja, de haber crecido ignorado por el mundo, de mirar hacia atrás por si alguien se ríe a sus espaldas. Pero ahí está, galopando sobre el caballo del poder, retozando, como buen galo irreductible, en esa marmita política en la que parece haberse precipitado de cabeza. Hace lo que le viene en gana, atrapa la primera estupidez que le atraviesa el cerebro y... tachín, tachán, le coloca celofán y te la vende como genialidad. Sí, es verdad que el domingo le dio la espalda parte del electorado en las municipales, pero la balanza sigue inclinándose a su favor: se propuso ser presidente y la dulce Ségolène todavía está curándose los moratones del vapuleo, se le ocurre coger un avión y plantarse en el Chad y se trae en diez minutos a los pilotos del vuelo del Arca de Zoé, robándole el protagonismo a Zapatero (que de eso también sabe un poquito). Se siente solito en tan majestuoso palacete y le tira los tejos a la guapa de la guitarra, que además le da el 'sí, quiero', con paquete de niño adosado. Al garete los formalismos: viajito a las Pirámides para lucir a la doña.

Sarko, un crack. Lo era ya, pero lo del agricultor no tiene nombre. El presidente de la República, en persona, te tiende la mano, te lanza el abrazo de la grandeur, con toda su carga de chovinismo patrio, y le contestan "No, a mí no me toques que me manchas". Y él, ni corto ni perezoso, le dedica un "Quita de aquí, gilipollas" (traducción original, porque los medios de comunicación franceses lo suavizaron como "imbécil"). Ni besitos fingidos a niños, ni apretones de manos sin ganas... mi crack se quita de encima al enemigo a sablazos, cuan Napoleón malherido en Waterloo. Políticamente incorrecto. Porque él puede. Un ídolo de masas, el referente que un mundo dominado por las dudas aguardaba.

Sarko, Nico, te queda cuerda para aburrir. Eres la gran conquista del mundo friki: uno de sus lugartenientes aposentado en un sillón presidencial. Y eso que me habia dejado en el tintero la más grande: no sólo se casa con la guapa del barrio, sino que cuando se siente henchidito, amorfo, cuando el michelín se le descuelga y amenaza con desbordarle, descuelga el teléfono y le pide a los directores de periódicos que le truquen las fotos. Y así, tan campante, sigue subiendo y bajando los escalones de El Elíseo. Porque puedo, porque me lo merezco. Soy Sarko y mis circunstancias, todas a favor. Larga vida, crack.